“OLIVETTI 110 ANIVERSARIO” 1908 - 2018 |
En estos días, conmemoramos el 110 aniversario de la fundación de Olivetti.
Tradicionalmente, siempre nos hemos hecho eco en “Olivettianos En Acción” bajo
nuestra perspectiva del relato de estos acontecimientos pero en esta ocasión
especial, hemos recogido un excelente artículo de la periodista Carme Escales
aparecido en “El Periódico”, en el que sitúa a Olivetti en el entorno
internacional desde su fundación.
LA PRECURSORA
DEL ORDENADOR
La máquina de escribir: un invento que nació
por amor
La designación de la cuna de la
factoría Olivetti, en el corazón de Italia, como patrimonio industrial de la
humanidad devuelve este mítico ingenio a nuestra memoria
Carme Escales
25/08/2018 “El Periódico de Cataluña”
El amor y la guerra han estado detrás de no pocos inventos humanos. En el
caso de la máquina de escribir, precursora del ubícuo ordenador, fue el
amor. En el año 1808, el mecánico toscano Giuseppe Pellegrino
Turri se estrujó las meninges para dar con una forma de comunicarse
por carta con la condesa Carolina Fantoni, su joven amante ciega. El
artefacto combinaba el papel carbón –que también inventó el avispado italiano–
con un sistema de teclas.
En 1855, otro italiano, Giuseppe Ravizza, registró un modelo basado
en el funcionamiento del piano, 'il cembalo scrivano' (el címbalo escribiente),
del que fabricó 16 unidades. Y una década más tarde, el estadounidense Christopher Sholes patentó un
prototipo similar, pero con el teclado “qwerty”,
que la firma Remington –en manos de los descendientes del
fabricante de los revólveres más usados en el Oeste se encargó de
industrializar y colocar al alcance de los oficinistas de la revolución
industrial.
Pero, todavía faltaba un capítulo importante en la vida de este mítico
artilugio. Y éste se estaba escribiendo, mientras tanto, en la pequeña y
agrícola localidad piamontesa de Ivrea, entre Turín y el valle de Aosta, donde
un lugareño, Camillo Olivetti, protagonizaba el episodio, uno de los más
brillantes de la historia del progreso en Italia. Y por qué no, en el
mundo.
Camillo Olivetti, fundador de la histórica factoría.
Decisivo viaje a EEUU
Olivetti (1868-1943), hijo de una familia de la burguesía judía y huérfano
de padre cuando tenía un año, se licenció en Ingeniería en Turín y viajó a Gran
Bretaña para estudiar inglés. «Quería visitar fábricas y aprender la
organización de las más avanzadas. Tenía ganas de hacer algo importante, era un
hombre muy inteligente», lo define Enrico Capellaro, exempleado de
Olivetti, la que llegaría a ser la primera y más fructífera factoría de
máquinas de escribir de Europa. «En 1893, Camillo Olivetti viajó a Estados
Unidos y conoció, entre otros empresarios, a Thomas Alva Edison,
inventor del fonógrafo y la bombilla, y quedó impresionado con la máquina de
escribir que Underwood fabricaba en Nueva York», describe Capellaro, que
también conoció a su hijo y sucesor, Adriano Olivetti (1901-1960).
Adriano Olivetti, hijo de Camillo,
engrandeció la empresa.
El toscano Pellegrino Turri creó un artefacto con teclas para comunicarse
con su amante ciega
A su regreso de Estados Unidos, Camillo convenció a la familia para vender
algunas tierras y con el dinero abrir, en 1908 -hace 110 años-, la fábrica
Olivetti. «Empezó con 20 empleados y en los años 70 llegó a los 72.273».
Capellaro lo tiene anotado todo en un papel que guarda junto a uno de los
libros que estudió en el Centro de Formazione Mecanici (CFM) que
Camillo Olivetti fundó para preparar a los jóvenes que serían contratados en su
empresa.
A la izquierda, la fábrica inical denominada “matonni rossi”, ladrillos rojos,
por el
color del ladrillo de la fachada. A derecha, la moderna ICO “Ing. Camillo
Olivetti”
Examen y entrevista
«Para entrar, teníamos que superar un examen escrito y una entrevista. Eran
tres años de estudios que incluían prácticas en la empresa. Además de las
materias troncales, como química, física y matemáticas, y las clásicas como
literatura italiana, estudiábamos el cuerpo humano, arquitectura, filosofía,
política y sindicalismo. Era una formación extraordinaria», recuerda el antiguo
empleado, que hoy es uno de los 30 voluntarios que guían la visita
aTecnologic@mente , un laboratorio-museo situado en Ivrea que cuenta con el
respaldo de la Fundación Natale Capellaro, el ingeniero que empezó
ensamblando las máquinas Olivetti M-1 y acabó diseñando las calculadoras que
convirtieron a su jefe en líder del sector.
La M-1, la primera máquina de escribir que produjo Olivetti.
En el año 1908, el visionario Camillo Olivetti abrió en Ivrea la primera de
sus fábricas
La divulgación de la cultura técnico-científica entre alumnos de escuelas
italianas –con talleres y celebración de aniversarios– tiene ahora un
amplificador mundial tras el reconocimiento de Ivrea como Ciudad Industrial del
Siglo XX y la inclusión de la ciudad en la lista de Patrimonio de la
Humanidad elaborada por la Unesco «Esperamos que la declaración nos
ayude a poner en órbita el museo y mostrar a chinos, canadienses o australianos
la base tecnológica, psicológica y filosófica del mundo Olivetti, así como la
historia de la escritura y el cálculo», anhela Luciano Iorio, presidente
del laboratorio-museo Tecnologic@mente.
Cultura e industria
«Olivetti potenció hace un siglo la inclusión del papel de la cultura en el
proceso industrial como base de mejora de la producción, y la relación fábrica
y ciudadanía, y sería bueno que hoy fueran incorporadas en el discurso político
y social», anima Carlo della Pepa, exalcalde de Ivrea. Su mandato
finalizó días antes del veredicto de la Unesco, el pasado julio. El nuevo
alcalde, Stefano Sertoli, recoge el guante y timoneará las reformas
en los 27 edificios incluidos por la Unesco, muchos de ellos vacíos. La ciudad
espera con este operativo atraer a inversores «convencidos al 100% de que
hablamos de un valor único en el mundo», apunta Sertoli. Comercio, turismo,
restauración, aparcamiento y señalización serán protagonistas en la reescritura
de la historia de una ciudad que fue en su momento el Silicon Valley de
Italia. «Un gran objetivo es atraer nueva economía, incubadoras de
'startups' y crear ocasiones de turismo», indica Renato Lavarini,
coordinador de la candidatura de la Unesco.
Centro Cultural La Serra, en el interior del complejo Olivetti. El edificio
imita una máquina de escribir.
Olivetti, en su época dorada,
atrajo a muchos ejecutivos que querían copiar su modelo empresarial
Una de las iniciativas en las que Camillo
Olivetti y su hijo Adriano
fueron pioneros, además de ofrecer a los trabajadores servicio de comedor,
guardería hasta los 6 años, actividades culturales y salidas a esquiar, fue montar
las primeras colonias de verano para los hijos de sus empleados en Italia.
También fue la primera empresa, en 1936, que aumentó sueldos y el periodo
vacacional una semana con respecto al resto de empresas del país.
Logros sociales
«Camillo Olivetti implantó el
concepto de bienestar entre sus asalariados. Venían de todo el valle y de más
lejos. A quienes eran agricultores les ayudaba a mantener su actividad en el
campo, les permitía hacer vacaciones en julio para combinar el trabajo en la
fábrica con su labor agrícola en agosto», explica Maria Aprile. Ella
tenía 16 años cuando entró en Olivetti. Por las mañanas, era administrativa en
la fábrica y por las tardes, se desplazaba con su Fiat 500 a Turín, donde
estudiaba Ciencias Políticas y Economía. Luego se ocupó de la formación del
personal –unos 700 empleados–, de las tiendas en toda Italia y gestionó la
automatización y optimización de procesos.
Cadena de fábrica en el año 1936.
Olivetti se valía de sus
innovaciones para aumentar la eficiencia en sus fábricas y puntos de venta.
También de una mentalidad que nunca perdió de vista a las personas. «Compraron
un sistema suizo, que fue traducido e implantado por Cesare Musatti el
padre del psicoanálisis italiano para ofrecer el mejor puesto a cada empleado
según su potencialidad y carácter personal explica Aprile. Eso que hoy plantean
las empresas más innovadoras, Olivetti ya lo impuso en los años 40», explica.
Aprile fue una de las únicas mujeres con cargo ejecutivo en la empresa. «El
desequilibrio que había entre el poder en manos de hombres y mujeres no era un
tema únicamente de la empresa, sino de toda la sociedad», justifica.
El alcalde de Ivrea, Stefano
Sertoli, coordinará la reforma de los 27 edificios protegidos por la Unesco
Hoy Maria Aprile está al frente del Gruppo Turismo di Confindustria
Canavese, nacido en el 2013 para promover viajes de negocios y estancias
vacacionales en Ivrea y su entorno. Durante la edad dorada de Olivetti
–actualmente integrada en el grupo Telecom Italia, la mayor compañía de
telecomunicaciones del país–, que enriqueció a la región e hizo ganar
autoestima a sus vecinos, no necesitó atraer a visitantes. Los empresarios de
todo el mundo iban a aprender del fenómeno Olivetti. «Camillo fue alguien
extraordinario. Y Adriano no solo era un industrial, también era un filósofo,
un intelectual con una mirada humana; todavía hoy no ha sido comprendida toda
su grandeza», reivindica Enrico Capellaro. «Una mañana, al entrar yo a la
fábrica, se abrió la puerta del ascensor y apareció Adriano. Me cedió el paso a
mí. Era de una humildad, proximidad y humanidad excepcionales», añade.
Ideas de vanguardia
En Ivrea no hay una sola casa donde no se recuerde el carisma de padre e
hijo Olivetti. «Mi tía explicaba que no se había tomado un solo día de fiesta,
porque era un placer ser operaria en aquella fábrica». Lo cuenta Cristina
Mazzola, que estudió arquitectura y es una apasionada de la historia de
Olivetti. «Me fascina que en los años 50 y 60 hubiesen construido en mi ciudad
esa empresa con ideas tan a la vanguardia», precisa la joven. Su bisabuelo
materno llegó al valle y pidió trabajo a don Camillo Olivetti. Ahora ha optado
por quedarse en Ivrea y progresar en la tienda de mochilas de diseño que
regenta con su hermano y con un 'loft' para turistas, Open Space Castellazo, en
el centro histórico, en el interior del cual varias máquinas de escribir les
hablan a los visitantes de su pasión.
El puente romano sobre el río Dora Baltea en
Ivrea. Fabio Nodari
«Adriano Olivetti convirtió su
ciudad en una comunidad alternativa», apunta su biógrafo Marco Peroni
Algunos vienen para empaparse en «un viaje sorprendente al interior de las
ideas de Adriano Olivetti, que transformó su ciudad en un verdadero laboratorio
para la construcción de una nueva comunidad, alternativa y superior a las
ideologías capitalista y socialista», según lo define en su libro 'Ivrea, Guida
alla città di Adriano
Olivetti', Marco Peroni, otro joven
entusiasmado por el universo que hizo de la fábrica industrial un espacio de
cultura y progreso. Peroni sigue la estela Olivetti. Con dos socios y apoyo de
entidades como la Fondazione Adriano Olivetti, ha creado una asociación que
promueve la renovación del modelo de empresa hacia el bien común y el
crecimiento personal.
La 'Operación Nasa'
Lo llamaron 'Programa 101' y es el primer ordenador de mesa ideado
en el mundo. Fue realizado en la fábrica Olivetti por el ingeniero Pier
Giorgio Perotto. En su equipo, Giovanni de Sandre y Gastone Garziera participaron
en la creación de una máquina programable «capaz de realizar 15 instrucciones
con operaciones decimales y con el primer soporte magnético de la historia, que
introducía el concepto de memoria», explica Gastone Garziera, el único
superviviente de los creadores de aquella computadora presentada en la Feria
Mundial de Nueva York de 1964.
Gastone Garziera,
junto al modelo P-101.
Garziera
entró en Olivetti en 1961, tras diplomarse en el Instituto Técnico
Alessandro Rossi de Vicenza, un año antes de Federico Faggin
inventor del primer microprocesador comercial del mundo, a finales de los 60–,
que también había trabajado para Olivetti.
El 'Programa
101' fue un punto de inflexión en la tecnología, especialmente estratégica
desde el punto de vista militar, y eso, en plena guerra fría, puso tenso a
Estados Unidos. Quizá debido a ese contexto, muchos han querido relacionarlo,
sin pruebas pero con sospechas, con la misteriosa y súbita muerte de Adriano
Olivetti mientras viajaba en tren a Suiza, en febrero de 1960. También
con el fallecimiento un año después de uno de sus más destacados ingenieros, Mario
Tchou, cuyo vehículo conducido por un chófer se estrelló en extrañas
circunstancias.
El 'Programa 101' era un producto revolucionario, el inicio de una
nueva era, y no estaba ocurriendo en Estados Unidos. «La NASA adquirió 40
unidades que utilizó en sus cálculos sobre la órbita, intensidad de descenso y
parámetros de inclinación previstos para la misión del 'Apollo 11' en el primer
viaje a la Luna», detalla Garziera. Por otra parte, «Adriano Olivetti era
grande, demasiado grande, un personaje incómodo para algunos por su forma de
manejar la empresa a la medida del hombre», considera el ingeniero.
Programa 101