Olivetianos en acción
Olivetianos en Ibiza
por Juan Gª Dolz
Disfrutar de un fin de semana en Ibiza en primavera, constituye uno de los placeres turísticos más completos que he tenido la oportunidad de realizar.
Aprovechando la bonanza del final de mayo, tres olivetianos de pro, que ya habíamos tenido la oportunidad de viajar juntos a Budapest hacía solo un par de meses, nos animamos a visitar la isla de Ibiza, invitados en esta ocasión por Paco Marzo que dispone allí de un bonito apartamento cerca de San Carlos en la costa oriental de la isla. Jordi Mestre y yo con nuestras esposas, salimos desde Barcelona en avión y Paco y su esposa ya estaban esperándonos en el aeropuerto de Ibiza que acababan de llegar procedentes de Madrid donde residen. Paco, con su habitual simpatía, nos recibió ataviado con camisa blanca ibicenca al más puro estilo de la isla dispuesto a hacer de anfitrión con un flamante monovolumen de alquiler a la puerta, alternativa de movilidad que por esas fechas resulta mucho más conveniente que cualquier otra.
Lo primero que me llamó la atención mientras iniciábamos la marcha fue el mapa que disponía Paco, era uno de esos mantelitos de papel que utilizan en las cafeterías cuando sirven una consumición. Os debo advertir que cuando vayáis a la isla, no hace falta que llevéis engorrosos planos de viajes. Os moveréis perfectamente con los que dan constantemente en los bares y cafés mucho más detallados que el que adjunto. Resultaría un vano intento describir en pocas líneas los atractivos que tiene la isla en sus pocos más de 50 Km. de largo por sus 30 de ancho. Tampoco en un par de días resulta posible descubrirlo o visitarlo todo. Sin embargo, hay enclaves muy característicos que no conviene pasar por alto.
La naturaleza que inspiró a profetas del new age o del britpop; el misticismo que la encumbró como refugio hippy, y la tranquilidad que atrajo a estrellas de Hollywood, hacen de Ibiza una fuente inagotable de propuestas que hace que el tiempo de estancia pase a una gran velocidad, quizás por eso sean muchos los que yendo de visita, optaron por quedarse a vivir allí definitivamente, pues mirando alrededor, son muchos los foráneos que han hecho de Ibiza su residencia habitual.
De Santa Eulalia a San Carlos, - aquí todo tiene nombre de santos - en un antiguo local con pequeño horno típico en el patio, se encuentra el "Bar de Anita", de carácter legendario, lleno de pequeños buzones de correos con nombres de artistas y músicos que mantienen la esencia hippy. La patrona, que ahora debe pasar de los 80 años, regentaba la casa de comidas, la tiendecita y distribuía los giros que mandaban a los hippies hace 60 años. Es parada obligada aunque solo sea para refrescarte bajo la tupida sombra de la vegetación del patio de la entrada, tomar un montadito, el licor de hierbas elaborado con una receta secreta o el flaón, postre tradicional con queso de cabra. A solo unos metros, los sábados se monta el "Mercado de las Dalias", con unos puestos hippies y otros no tanto, allí te puedes equipar de una vestimenta típica completa, tanto para mujeres como para hombres. También hay todo tipo de manufacturas en piel o tela, perfumes, lavandas y miles de sortijas y pendientes Cuentan que fue visitado por los Rolling Stones, y su origen es un local de carretera que servía copas a peseta.
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Paco, el anfitrión. |
Olivetianos. |
Juan en plan Ibicenco. |
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Bar de Anita en San Carlos. |
Mercado de las Dalias. |
Muy cerca de allí, siguiendo serpenteantes caminos, se llega a la Cala de Mastella. Hace cincuenta años, El Bigotes salía de su chiringuito junto a la playa y se adentraba en el mar a faenar. A mediodía preparaba un guiso con lo que había traído y lo ofrecía a los que por allí se acercaban. Hoy en día, este trabajo lo realiza su hijo que ayudado por su familia, se encarga de preparar todo bajo la atenta mirada de El Bigotes padre, que sentado en una de las mesas, permanece todo el tiempo como si de un reclamo publicitario se tratara, disfrutando de la comida y bebida al lado de su mujer, como un parroquiano más. El protocolo para comer allí es muy estricto y práctico a la vez. Como el sitio se mantiene sin teléfono, hay que acudir entre las diez y las once para reservar mesa, no hay muchas, por lo que conviene no despistarse. A partir de ese momento, preparan las mesas y a las dos en punto se sirve la comida a todos por igual. No sabes lo que vas a comer, aunque tienes la certeza de que está fresco y en la cantidad que quieras, pues ofrecen repetir de todo, ya que hay que acabar lo que hay en los calderos que preparan con gran destreza en fogones de leña a la vista de todos. Por muy buen precio, dispusimos de una rica variedad de pescado guisado y sabrosamente sazonado, seguido de un delicioso arroz hecho con el mismo caldo, postre, bebidas y una agradable sorpresa final que no desvelaré para incentivar a los lectores a que acudan allí en su próxima visita a la isla si no lo han hecho ya. He visto llegar gente sin reserva y tener que marcharse pues en este lugar cocinan y montan mesa para los comensales previstos y lo sirven como si de una reunión familiar se tratara. No hay segundas ni terceras mesas. A las seis, recogen y cierran. El ambiente al borde del agua, protegido del sol y respirando suaves aromas gastronómicos mezclado con el yodo del mar, hacen que este sitio sea muy agradable y recomendable si buscas algo distinto a lo establecido.
Restaurante de la Cala de Mastella. | Guiso de pescado en el Restaurante. | Al ataque y que aproveche. |
Sin lugar a dudas, el negocio más lucrativo de Ibiza reside en los clubes internacionales como Pachá, Amnesia o Privilege que han levantado el nombre de la isla, convirtiéndola en sinónimo de insomnio y desfases. Para evitar la tentación de la noche, o después de disfrutar de los secretos de algunos de los mejores clubes del planeta, lo mejor es escaparse de Eivissa capital. Recuperar la esencia de la isla consiste en disfrutar de la naturaleza y especialmente de sus calas y playas que en gran número y belleza, bordean la isla en intrincados parajes en unos casos y limpias y suaves playas de aguas transparentes en otros, pobladas de veleros, yates y todo tipo de embarcaciones. Visita obligada también es a San Antonio, pueblo que junto con la capital concentra el ocio nocturno. Las islas o islotes que rodean Ibiza dan un encanto singular al paisaje. La isla de Tagomago o el islote de Es Vedrá situado en la costa suroeste, dentro del parque natural Cala d´Hort, poblado de pequeñas lagartijas pitiusa, icono de la isla y especie exclusiva de las islas llamadas Pitiusas, nombre griego de Ibiza y Formentera. Pasear por las playas del Parque natural de Ses Salines donde se erigen grandes montículos de sal que se extraen desde la época romana. Sin olvidar Santa Gertrudis de Fruitera, en el corazón de la isla, o San Rafael, o Santa Eulalia, o tantos lugares que será necesario volver en otra ocasión para seguir disfrutando de este bellísimo lugar de Baleares.
Un abrazo, Juan.
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