Olivetianos en Acción
Salutación de Olivetti España
Agrupados hoy aquí hay casi más años de servicio a Olivetti que la suma de vuestras edades cronológicas. Desde luego, si el reloj del tiempo ponderase los segundos por el peso de vuestra dedicación, buen hacer y esfuerzo a esta querida casa, el sumatorio sería mucho mayor que los más de cien años de historia y habrían hecho sobrepasar en algunos lustros el futuro centenario en 2029 en España.
He navegado, escudriñado y husmeado por vuestros impagables escritos de cuaderno blanco y bitácora en la web, y claro, sobre todo he disfrutado. Y he recordado la cita de Bacon: "La lectura hace al hombre completo, la conversación ágil y la escritura preciso"
Olivetti pues, ha sido fundamentada desde su germen en la consecución de la perfección humana, dado que ha ingeniado el útil, la máquina herramienta, la fresadora con la que a través de millones de caracteres impuestos en un papel por sus máquinas durante años y años se han ajustado, pulido y afinado desde literatura de ficción a exactos e inapelables documentos comerciales o legajos procesales.
Algo de lo que he leído de vuestra precisa pluma (o tecla, que más dá), es común a todos los escritos: la precisión en el rescate de la memoria. Sois precisos al redactar vivencias de muy, muy el pasado. Sois exactos al glosar a ex-compañeros vuestros, y no sólo sus logros, su función o cómo influyeron en vuestras carreras. Desgranáis con tino el carácter y el estilo de la persona. Yo, sin haberles conocido, podría reconocerles cuando, espero, me los presenten en este entrañable y paradójicamente gran acto. Es difícil que un evento multitudinario sea a la vez recoleto, ¿verdad?
Hace unas semanas, cuando estuve con Jordi Calvet, José Luis Varas y Antonio Moreno para que entre otras cosas me ilustraran sobre los intríngulis de los Olivetianos, se dejaron lo esencial. No sé si por pudor o por obvio. Yo, aún a riesgo de solemnizar lo evidente, voy a seguir el principio por el cual a todos nos encanta escuchar nuestro nombre propio y el reconocimiento explícito del logro. Estáis, y me honráis permitiéndome estar con vosotros, aquí por un nombre propio: Olivetti. Y por una razón obvia: cariño y emoción.
Hemos venido aquí por emoción, que es la del cariño, que no por coacción u obligación histórica.
Ninguno de los tres me dijo en esa reunión: "mira Ignacio, Olivetianos se hace porque tenemos cariño por esta casa, hogar, formado como siempre, como todas las empresas, por su gente. Nos juntamos, desde todos los puntos de la geografía, por cariño, porque nos gusta, nos emociona y nos lo pasamos bien."
No me lo dijeron porque no hace falta que me ilustren sobre lo que es obvio.
He conocido otras agrupaciones, asociaciones más o menos espontáneas del mismo corte, y difieren de lo que ocurre hoy aquí de algunas de las siguientes maneras:
o bien son el fruto del "sigamos con la diversión" que mueve a reunirse en pequeños grupos (y lo que tengo delante mío es un gran grupo) o:
convocatorias de la propia empresa que se suelen seguir a regañadientes y casi por obligación.
Vosotros Olivetianos sois algo diferente. Vosotros os lo guisáis, os lo pagáis y os lo coméis. Yo os doy las gracias de todo corazón por dejarme disfrutar de esta jornada y, espero, convertirme desde hoy en un Olivetiano más.
De lo otro, es decir, de Olivetti, de la empresa, de la razón social, permitidme que el ilustrador sea yo durante unos pocos minutos (que no breves, porque durante 60 segundos, ni uno más y ni uno menos).
Sabéis, vamos, lo habéis vivido, el profundo cambio obrado a todo nivel en Olivetti. Me dijeron que soy el primer director general que no viene de la casa. Pues bien, si es así no me extraña, porque soy la imagen andante de lo que Olivetti quiere hacer: comandar el cambio. Y quiere gestionar ese cambio cambiando lo cambiable, y reduciendo a esencia de perfume lo que ni se tiene que cambiar ni falta que hace.
Para empezar la marca. Soy un creyente devoto de las marcas. Para mí son la finalidad y probablemente el inicio de todo lo que es inherente a nosotros mismos.
Olivetti, el nombre, nuestra nombre, es la esencia mil veces concentrada de unos valores, un estilo, un legado, una gente que hasta el perfumista mas experto o el enólogo de nariz de oro más reputado, tendría problemas para describir. Al final, daría lugar a una nueva clase o sabor: Olivetti.
Os anticipo que estoy aquí para conseguir traeros, cada dos años, un exitoso informe de progreso, un dossier de impecable ejecución empresarial, trimestre a trimestre en la búsqueda impenitente del objetivo y de entrega del contrato financiero pero también moral, con nuestra empresa.
Y espero que, en la práctica, poco tenga yo que añadir dentro de dos años, porque los éxitos que hayamos alcanzado se vean en farolas Olivetti, en aulas Olivetti, en documentos e información con el marchamo, registro y certificación de sistemas Olivetti. Y espero, y me emplearé a fondo en ello, conseguir una silla entre vosotros y que pueda completarme con vuestras lecturas, ser ágil mediante la conversión amena que sostendremos, y preciso al haber podido escribir otro discurso.
Muchas gracias.
Ignacio Esteve Echauri
Director General Olivetti España
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