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Moteros 2010
Alguien dejó escrito que los relatos de los náugrafos cabían en la cáscara de una nuez; quería decir que aquello que relataban la víctimas de un naufragio se parecían tanto entre sí que era , en realidad, lo mismo. Algo parecido podría decirse de la narración que hacen en un viaje los moteros; son tan similares que parecen el mismo relato. Y, sin embargo, quienes vivimos esa experiencia lo hacemos como si se tratarse de algo absolutamente único: una mezcla de gozo de la naturaleza, de exultante independencia, de pericia en el manejo de la máquina y, casi siempre, de aventura; así un chaparrón mientras conducimos una moto es, casi siempre, el Diluvio Universal; cero grados centígrados es el punto de congelación de casi todo, hasta de la sangre, una carreterita en mal estado, una pista forestal....Y es que la moto nos hace vivir los viajes con una formidable pasión. Viajar con pasión; esa es la esencia de viajar en moto.
A primeros de Junio recibí un correo de Baltasar Barceló desde Palma de Mallorca; al igual que años anteriores, había llegado el momento de diseñar la ruta motera que habríamos de realizar a primeros de Mayo junto con el amigo Pepe Gralla que también vive en Palma y algunos moteros más de la península. Pepe y Baltasar tomarían el Ferry a Barcelona con las motos y a partir de ahí nos iríamos juntando con el resto para disfrutar durante una semana de la aventura motera 2010. Con la participación de Javier Gralla, hijo de Pepe que vive en Madrid y de un amigo suyo, Tomás Nogaledo que vive en Barcelona, Valentín Glez. Artola y yo, ambos desde Barcelona, acordamos una ruta pirenaica distribuida entre Francia y España para seguir por Navarra, Rioja, Aragón y Madrid.
El jueves 6 de mayo desembarcaron los mallorquines en el puerto de Barcelona, yo les esperaba para dar una vuelta por Montjuic, almorzar en el Tibidabo y comer en el Txoko Olivetiano con los amigos catalanes en donde había preparado un ágape a la altura del excepcional encuentro con final de ensaimada mallorquina traída en mano por los homenajeados con detalles magistrales de preparación personal de Pepe Gralla. Después de brindar por el amistoso encuentro y el éxito del viaje nos dirigimos a Perpiñán, histórica capital del condado del Rosellón. Este edificio marca la época dorada del Rosellón y sobre todo, de Perpiñán, cuando esta ciudad fue capital del Reino de Mallorca. Fue a partir de 1262 cuando Jaime I el Conquistador legó a su segundo hijo, Jaime II de Mallorca, todo el Reino, que comprendía los condados de Rosellón y de Cerdaña y la señoría de Montpellier. Jaime II mandó edificar su palacio en 1276, consolidando así la posición de Perpiñán como capital de su reino. Valentín al final no pudo unirse al grupo.
El viernes 7 nos encontramos en Pont de Suert (Lleida) a pocos kilómetros del Parque de Aigüestortes con Javi y Tomás, venidos desde Madrid y Barcelona respectivamente y el sábado 8 atravesamos el moderno túnel de Viella para retornar al pirineo francés y afrontar una apasionante ascensión de grandes y míticos puertos ciclistas, Portillon (1.300 m.), Peyresourde (1.550 m.) Aspin (1.500m.) Tourmalet (2.100 m.) totalmente nevados pero con un firme de asfalto muy aceptable y con gran afluencia de ciclistas que no me atrevo a calificar de aficionados dada la ligereza con las que ascendían las rampas de más del 8%. La grandiosidad de estas montañas y sus valles hacen de este entorno un lugar singular que año tras año tenemos el privilegio de disfrutar en las retransmisiones televisivas. La sorpresa la encontramos en la cima del Tourmalet cerrada por la nieve unido al cierre por obras del túnel de Biescas, la otra alternativa para retornar a España desde allí, de manera que tuvimos que regresar por donde habíamos venido con la satisfacción de ascender los puertos por ambas vertientes en el mismo día poniendo a prueba nuestros caballos de hierro que se comportaron notablemente.
El domingo 9 lo dedicamos a recorrer bellísimas ciudades pirenaicas; Ainsa, Bielsa, Boltaña y una obligada visita al Parque Nacional de Ordesa. Javi y Tomás retornaron muy satisfechos a sus respectivos lugares para continuar sus obligaciones laborales de la nueva semana, no sin antes, desear repetir una la próxima ocasión.
El lunes 10 amaneció con un tiempo precioso, similar al del resto de jornadas, aunque conviene decir que en el pirineo suele llover todos los días al caer la tarde y también por la noche. Dedicamos el tiempo a pasear por algunos lugares muy singulares como estaciones de nieve, balnearios y lugares emblemáticos pirenaicos tal como El Formigal, Panticosa, Canfranc y su extraordinaria Estación Ferroviaria inaugurada por Alfonso XIII, también por el Monasterio Benedictino de Leyre, el pueblo medieval de Sos del Rey Católico, Sangüesa y Pamplona. En cada uno de estos lugares, aprovechamos para reponer fuerzas y degustar las especialidades culinarias locales, especialmente las de Pamplona en la conocida calle Estafeta de los encierros Sanfermineros. El martes 11 lo dedicamos a desplazarnos a Logroño y probar con mesura sus caldos y tapas de gran calidad. Por la tarde, yo regresé a Barcelona y Baltasar y Pepe se dieron una vuelta por Vitoria para desplazarse al día siguiente a Madrid para compartir la jornada con el amigo Jorge Callejo, otro motero que en esta ocasión no nos había podido acompañar por coincidir la celebración de la boda de su hijo.
Finalmente, el viernes 14 nos reencontramos de nuevo los tres en Barcelona en la estación marítima de Baleares para despedirnos con un abrazo y desearnos un próximo encuentro para reeditar la experiencia junto a otros amigos moteros que ya han manifestado su intención de acompañarnos. Citar algún dato técnico como los 2.300 Km. recorridos con tres BMW, una Yamaha y una Kawasaky, todas ellas de gran cilindrada, excelente rendimiento y afortunadamente sin ningún incidente. Las motos siempre durmieron bajo techo en los mismos hotelitos y pensiones que encontrábamos sobre la marcha con facilidad y a buen precio.
Como muestra gráfica, adjuntamos un pequeño carrusel de fotos.
Hasta la próxima.
Juan Gª Dolz